Por. S.A.Domínguez
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Serie The chosen, 2023, Loaves&Fishes. |
“Pero otras (semillas) cayeron en buena tierra, y dieron fruto: algunas, cien veces más; otras, sesenta; y otras, treinta. El que tenga oídos, que escuche”.
Mt. 13, 1-23
¿Se puede dar gracias a Dios en un lugar al que los medios de comunicación consideran un infierno en este mundo? ¿Quién puede sobreponerse a un ambiente en donde lo negativo es lo imperativo? ¿Por qué hay personas que siguen confiando en Dios en medio de las dificultades y adversidades y otras pierden la fe o se cansan? ¿Realmente creemos que nuestras acciones son esas semillas que tarde o temprano llegarán a dar fruto? ¿O queremos ser relevantes al educar, pero sin ser realmente responsables de nuestras encomiendas fundamentales aunque estas no siempre sean valoradas o reconocidas? Estas y otras preguntas me planteaba hace unos días en la escuela en donde ejerzo mi vocación de educador, mientras terminaba mi clase de Formación Humana con mis alumnos de sexto semestre de bachillerato y terminaba de encargar una tarea sobre las utopías educativas de San Marcelino Champagnat y los Maristas.
El voluntariado salesiano que cambió mi vida.
Realmente ¿La mirada de uno mismo, dentro de un contexto adverso puede transformarse hacia uno próspero? Yo creo que sí, al menos así lo experimenté en mi etapa de mayor inquietud y despertar juvenil:
En el año 2009, cuando tenía por entonces apenas veinte años de edad, no sabía realmente qué hacer con mi vida: no tenía claridad sobre mi vocación personal ni profesional, me encontraba muy confundido respecto al porvenir, y tampoco aspiraba a muchas cosas altas, pues, mucho tiempo en mi adolescencia me centré más en ir resolviendo mis reacciones afectivas y como dicen, dejarme llevar como un velero en medio del océano, por amistades, fiestas y el gusto por la actividad nocturna de hacer música bohemia y comercial. No tenía rumbo, sí me sentía muy vacío, y aunque siempre fui cultivando dones lindos como la música, que hasta el día de hoy me acompaña este don; o la lectura, el deporte y los videojuegos, no siempre fui consciente de mi verdadero potencial, o no creía realmente en ello, aunque mis padres, familiares o maestros me lo inculcaron desde pequeño. Por fortuna, Dios activó los botones necesarios para ponerme en dinamismo: una gran crisis existencial me lanzó y movió intensamente afectos en mi interior para imaginarme como posible religioso sacerdote en un futuro. Ciertamente después encontré mi camino como laico, pero esta crisis fue el gran detonante que me llevó a mi primer plano de conciencia para transformar mi forma de mirar las cosas: un voluntariado en la congregación de los Salesianos de Don Bosco.
Me encontraba realizando una experiencia de voluntariado en Ciudad Juárez, estado de Chihuahua, México, inmerso en el dinamismo social de una de las fronteras más famosas de nuestro país con los Estados Unidos; un lugar que en su historia guarda la magia de esas ciudades que te atrapan por su dinamismo, tanto como por su complejidad, y porque también se han sobrepuesto a sus propias limitaciones 一muros vergonzosos de violencia e injusticias一. Para mí, una ciudad mágica y realistamente edificada 一si aún no tiene el placer de conocerle, la ciudad crece hacia tres direcciones cardinales excepto hacia el norte一 y sé que está catalogada como una de las más contrastantes y complejas del mundo; una frontera que ve pasar más ilusiones que aspiraciones, debido a su pluralidad migrante, su dinamismo vertiginoso, el rápido crecimiento demográfico e ideológico, y sobre todo, lacerada y entristecida por demasiados actos de violencia cruel y diversas problemáticas graves como el dominio del narcotráfico, consumo de estupefacientes, corrupción en distintos sistemas de gobierno y esferas públicas de servicio, pero sobre todo donde la inseguridad y la desigualdad e indiferencia social, han hecho estragos en contra de todos los juarenses de buena voluntad, desde los infantes hasta los adultos mayores, personas que trabajan por hacer de su ciudad, una digna pieza de turismo de riesgo con pinceladas de tradición e historia por contar, y de personas en búsqueda de entrar y vivir en el Holly American Dream de antaño y de ahora, y por lo que vemos a cada rato en la frontera, será por un largo tiempo más.
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Migrantes centroamericanos en la frontera con EUA, intentando cruzar, contención de la policía estadounidense en El Paso, Tx. |
La búsqueda hacia nuevas oportunidades de vida y de sostenibilidad. Ciertamente es una ciudad, que, como muchas en latinoamérica, goza de ser altamente dinámica y exigente, donde coexisten y conviven más de un millón y medio de personas de toda índole socio-económica, mentalidad y disposición; según datos del INEGI en 2023 el 52% de los ciudadanos juarenses piensa que su gobierno se ha visto envuelto en actos de corrupción, una ciudad diversa en cuestión de credos religiosos y manifestaciones písticas del orden humano, político e ideológico local e internacional: con gente muy trabajadora y competente, sencilla, alegre, hospitalaria y de trato simple que en medio de la desesperanza vive la realista ilusión de cumplir su deber ciudadano, o bien, desde la frustración por vivir -o aguantar- el paradigma de una ciudad, la cual también se ha catalogado “como una de miedo y pobreza”, de mujeres que han sido ultrajadas en su dignidad y valor, en donde su vida ha sido acallada y ensombrecida por el efecto de un cobardismo violento y desmedido. Una ciudad que se considera como importante por su proximidad con Estados Unidos: porque ni es completamente de México pero tampoco podría ser considerada una ciudad con destellos de aires gloriosos de estadounidense. Una ciudad compleja, que se sobrepone a las fatalidades del tiempo, a veces seco, a veces demasiado frío, lluvias pesadas; el frío, es de esos que calan hasta en los pómulos como emulando los vientos de la sierra tarahumara, y con nevadas al inicio del año; susceptible y aferrada a las cambialidades del voraz presente; una ciudad marcada por su situación geográfica árida y seca -de calor agolpante y directo-, determinada como pura ciudad de paso, la del migrante por esencia en búsqueda de segundas oportunidades en el <<gabacho>>, con niños que sonríen y que juegan en El Chamizal 一que es el parque local más célebre y tradicional de la ciudad一 sin que les importe mucho un futuro adverso, o bien, lucen sus jóvenes llenos de música popular y regionalismos peculiares, juventudes desfilando en pasarelas universitarias y fiestas adineradas y llenas de excesos en el alcohol, las relaciones sexuales y las drogas duras -o como para otro sector diríamos “de a lo que toque poner”- , asistiendo a festivales y bailes nocturnos 一o por causas de caritativos patronatos, muchos muy comprometidos con la responsabilidad social, otros solamente aparentando一 emulando al antiguo y desaparecido recinto del Divo de Juárez, el famoso Noa Noa y su casa de más de una manzana de extensión territorial; ya esperando cerca de las garitas, atascadas de automóviles <<de los pinches gringos>> con placas “Lone Star”, chihuahuenses y y juarenses por más de dos horas en la línea conducente a la vecina y hermana ciudad del El Paso, Texas, aquella que alberga los hogares de otros mexicanos con poquita mayor suerte que de los que siguen esperando los papeles de migración, como se dio con bastante auge en la década de los ochentas; ora ya despidiéndose hacia un destino totalmente fuera de lo que hasta sus diez y tantos, o veinte y muchos años haya sido hasta entonces su cuna fronteriza de vida. Dejar la ciudad donde las lágrimas corren tanto como la sangre de los inocentes por las balas perdidas. El que se va de Chihuahua la paga con silencios y el desentendimiento de los más cercanos: ya se quedó fuera de la familia, hay que estar hablando a cada rato porque de vuelta el “autoexiliado”, no recibirá la misma atención que el familiar que se queda, porque así son las cosas en nuestra cultura. Uno decide salirse, y tiene que pagar el precio de perder la mirada de sus familiares, por eso, porque “decidiste estar lejos”.
Si tuviera que describir a Ciudad Juárez como una película o libro de época, la nombraría “La ciudad de Sísifo el vencedor”, porque atrae a intentarlo una y otra vez, algún día se logrará vencer la condena de lo que no se consigue a la primera. Así supe de muchos migrantes jarochos y poblanos que llegaron a la ciudad en los años ochenta, movidos por superar crisis tras crisis, hasta convertirse en mano firme para las maquiladoras prósperas y cada vez más interesadas en hacer crecer sus empresas. Yo fui transformando la mirada con los sueños y fracasos de esta ciudad, como uno más de ellos, al menos por un año, aunque desde pequeño solía frecuentar con mi familia desde la capital, especialmente con mis tíos de parte de mi madre, Gabriela.
No en vano, Juárez, es una de las pocas ciudades que puede hacer memoria de que ha recibido con toda la autenticidad de su historia y realidad a un Papa Romano en febrero de 2016, y mencionar que fue una visita en la que Francisco -el removedor de cimientos como me gusta llamarlo- , quiso celebrar el año del jubileo de la misericordia en medio de los convictos del Centro de Readaptación Social (CERESO 3) 一Uno de los tres más polémicos en México por sus altos niveles de corrupción y sucesos críticos一 instando a la ciudad entera a revertir lo que no funcionó por aquellos actos de bondad y esperanza que pueden prevenir de cualquier cárcel física y espiritual, para pensar en una nueva historia, una nueva oportunidad de ser y hacer. El Papa Francisco dijo estas palabras:
“Sabemos que no se puede volver atrás, sabemos que lo realizado, realizado está; pero, he querido celebrar con ustedes el Jubileo de la misericordia, para que quede claro que eso no quiere decir que no haya posibilidad de escribir una nueva historia, una nueva historia hacia delante: «para qué».”
Papa Fracisco
En medio de este vasto y plural contexto social, decidí optar por pasar un año de mi vida sirviendo a personas diversas, en centros educativos atendidos por los Salesianos de Don Bosco de Ciudad Juárez, quienes por entonces, tenían cumplidos más de 18 años de presencia salesiana y estar activos en pos de la misión educativa querida por el Sacerdote italiano, San Juan Bosco, aquella de educar y evangelizar a los niños, niñas y jóvenes, especialmente aquellos que han perdido las ilusiones de vida, o no tienen las posibilidades de educarse y ser ciudadanos y cristianos de bien.
Para mí, toda aquella experiencia de servir de una u otra forma a otras personas , resultó ser el principio y motor de esta capacidad que desarrollaría con el tiempo de aprender a ver lo invisible, dando gracias aún en medio de un contexto lleno de violencia, mentiras y parafernalias absurdas de adultos y entre familias; aires cargados de poca esperanza y relativismos penetrantes de una cultura que tiende a ver la muerte cruenta y violenta como el prototipo del estilo histórico de ser un mexicano. No es un orgullo para mí decir y constatar que el contexto en que se mueven las cosas sociales en mi querido país, México, o en mi noble estado natal, Chihuahua, solo me arrojaron desde la infancia datos al subconsciente de dolor, sufrimientos, secuestros, asesinatos, bandas y grupos delictivos transgrediendo la paz social, y creando psicosis colectivas cada semana. Sin embargo, esta es una parte de mi historia personal 一 como la de muchos paisanos míos一 que me ha hecho pensar con más detenimiento toda realidad presente.
Las condiciones podrían haber sido catastróficas para mí, si no hubiera sido porque mis padres me enseñaron a confiar antes en Dios, que en mis propios deseos de querer controlarlo todo, saberlo todo. También me enseñaron a prevenir y a esforzarme por las cosas buenas, que son las que a veces nos exigen más que lo mínimo. Definitivamente depositaron en mí, la semilla de la fe: a mí se me dijo muy claramente ya desde pequeño que se debe dar gracias a Dios y a confiar cuando las cosas van de peor y en mal. Mi padre utilizaba las expresiones del no merecimiento aunque ahora entiendo, que eran sus gestos de humildad frente a lo complejo de explicarle a un niño de 6 u 8 años 一que es donde manifestaba muchas inquietudes existenciales一quién es y cómo actúa Dios, en este mundo. Aún suelo dar ese consejo a mis amigos y alumnos más cercanos, especialmente a aquellos que se dan ese pequeño espacio para escuchar detenidamente. Esas personas podrían gobernar el mundo si quisieran, y hacerlo un lugar mejor, pues casi siempre están pensando más en el bien común y en que nadie se quede atrás o se sienta abandonado, que en pensamientos de vértigo y egoísmo narcisista. La gran mayoría de personas no es que queramos escucharlo en algún momento de la vida, porque sabemos que hay millones de razones para creer que somos los seres humanos los que somos últimamente omnipotentes y capaces de resoluciones plenas ¡Vaya ceguera! Pero tendremos que darnos cuenta tarde o temprano, de que lo invisible está frente a nuestros sentidos y afectos, no podemos rechazarlos por siempre.
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Recibiendo muestras de agradecimiento en mi despedida del voluntariado salesiano, 2010, Cd. Juárez, Chih. Mx. |
He aprendido en lo que nos dicen los Evangelios, que Jesús tenía una fórmula sencilla y que hasta el día de hoy perdura sólidamente, además nos ha sido heredada de manera divina: se comienza por agradecer todo: certeza, dudas, realismo, pero sobre todo con humildad y fe; dar las gracias en cualquier lugar y en todo momento, así lo que guste, tanto de aquello que duela. Sería tomar con mucha seriedad el adjetivo cristiano, y el verbo ser, y conjugarlo en función de su esencia y praxis, no tanto desde su concepción teórica o racional. He observado, que a la primera vicisitud de enfermedad grave que nos acontece, muchos recordamos 一o tendemos naturalmente movidos por nuestro auténtico sentido natural de sobrevivir ante acciones que nos provocan el miedo o nos hagan saber en peligro一 que Dios también le gusta acompañarnos en las malas y en las peores, y aunque de ordinario no le invoquemos, sí que nos arrojan el pensamiento y el sentimiento hacia a esa búsqueda auténtica de Dios, como lo decía San Agustín de Hipona, en sus Confesiones, para encontrarlo paciente y manso en aquello que vivimos día a día.
De vuelta a mi experiencia como voluntario salesiano, debo señalar que para una persona que se acostumbra a escuchar a diario en los medios de comunicación que tiene a la mano, los crecientes números de muertes y que observa cada vez más la condición propia y ajena de la pobreza, el abandono de ciertos sectores de la población más vulnerable, y le fuerzan a mirar las indignas condiciones en la que muchos ciudadanos viven dentro de las colonias marginales de la ciudad que se respiraba en cada espacio de hora, conceptos como optimismo, alegría, porvenir, abundancia o éxito son verdaderamente utopías latentes y como decimos coloquialmente en México, <chingaderas> a la que no debemos de prestarle mucha atención, por su carácter de ser en nuestro entendimiento colectivo un absurdo hiperbolizado, que nubla cualquier ideal o pensamiento de animosidad y espíritu bondadoso. Al menos yo me fui acostumbrando a no pensar en todo lo malo, sino a vencerlo confiando más en Dios que en mis propios medios. En Juárez y en muchos lugares de México, te toparás a muchos niños, niñas, adolescentes y jóvenes que al igual que yo, desde pequeñitos entendimos a golpe y fuerza de cultura, que primero miras quién es la persona, antes de confiarte, y aunque sí se reconoce la calidad, flexibilidad y calidez de los latinoamericanos en ser amables y hospitalarios por mucho -como lo afirma siempre que mi amiga Tere, de quien hablaré después, una amiga austriaca que conocí en la ciudad de Tijuana en 2011- , sí das los pasos, aprendes desde casa que las demás personas, la gran mayoría, no son gente de fiar hasta que lo ves en las peores situaciones. Eso mismo, veía yo con los jóvenes del centro educativo en donde prestaba mis servicios: al principio, se me inculcó que diera el primer paso y desde un presupuesto legítimo de los ideales del fundador Don Bosco, ir por las juventudes más alejadas de algún mensaje de fe. Perseveré con el tiempo, e intenté con no pocas dificultades en hacerme un educador de jóvenes de mi propia edad 一empresa nada fácil para un chico de 20 años, porque cuando eres un igual entre iguales, a veces no les representas un símbolo acabado de credibilidad, hasta que te lo ganas con acciones muy contundentes y admirables一 No fueron pocas las veces en las que más de algún joven que asistía a practicar deporte, o iba al grupo juvenil, o simplemente andaba por el lugar, me veía con rareza o extrañeza y cuando me acercaba a preguntarles su nombre, o les mostraba un interés genuino por conocerlos. Aún así siempre agradecí muchas de las cosas que viví en medio de ese contexto tan lleno de incertidumbre, soledad, vacío, ansiedad, crisis de afectividad y retos que la realidad me presentó a cada momento de esa etapa. La mirada no se transforma con experiencias superficiales, sino aquellas que mueven el corazón.
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Jugando "carreritas" con los niños de la Colonia 16 de Septiembre, en Cd. Juárez, Chih. Mx. 2009 |
Pienso con entereza, que está primero en nosotros, una ceguera espiritual, que como lo he venido narrando en mi paso por la experiencia del voluntariado en ciudad Juárez, nos sume por mucho en una especie de velo pesado que nubla el entendimiento y nos enfría el corazón para ver las bendiciones y actos de generosidad que suceden por mucho más que lo malo, lo que nos duele y lastima; un velo horrible, pegado a nuestra naturaleza que presagia obscuridad, y que se quita solo cuando estamos por ver lo invisible y somos capaces de agradecer algo en la vida; nuestro propio subconsciente genera estas expectaciones e imágenes ancladas al pensamiento, y las carga sin detenimiento hasta que podemos hacerlas conscientes, la mayor parte de las veces gracias a personas que nos aman y que nos hacen ver las cosas como son y nos forman con su ejemplo, como me pasó a mí en esa comunidad de religiosos y laicos salesianos en ciudad Juárez: tengo en mi mente y en mi afecto natural a muchas personas durante esta etapa, desde las señoras que nos ayudaban en la cocina, los padres de familia del catecismo, los religiosos con los que compartí dudas, alegrías, retos, tristezas y encuentros novedosos. Tengo en especial a alguien que marcó mi vida para siempre mi manera de mirarlo todo: me refiero al Padre Hugo Orozco SDB, hoy un miembro muy distinguido del Consejo del Rector Mayor de los SDB, 一 y tal vez un futuro sé que será el siguiente Rector Mayor mexicano de los salesianos en el mundo 一 de quién me gustaría por el momento señalar que, además de ser un gran sacerdote y amigo, se convirtió para mí en un mentor y guía espiritual auténtico; que fue el primer adulto al que yo admiraba como ser humano y como sacerdote, siempre siendo él mismo y con un estilo muy peculiar de conducirse, siempre riendo, pero también marcando límites de manera muy paterna. Hacía un sonidito, chiflando muy fínamente, que emulaba el pitido de los pollitos, y por ello le apodaban “el pollo”, algo que yo nunca había visto que un sacerdote se lo tomase tan de buena gana y humor, como apropiándose del apodo y haciéndolo parte de sí mismo; el Padre Hugo, me brindó no pocas enseñanzas sobre religión, moral o pastoral juvenil, sino también, me mostró desde su testimonio, con palabras muy tiernas y paternales que la confianza es un paso que se da con seguridad o mejor no se da, y la firmeza nos ayuda a constatar esa confianza que se da para hacernos crecer y trascender. Hasta el día de hoy mantenemos una comunicación sincera y profunda con pocos mensajes cada tantos meses, o cada que revisamos el instagram y las experiencias en las qué anda el uno y qué anda el otro, pese a que nuestros caminos están muy a la distancia, yo en Tijuana, él en cambio en Roma y varios países en Europa y Latinoamérica que visita por su apretada agenda de consejero designado por una autoridad alta como lo es el rector Mayor y su consejo. Siempre agradezco su presencia en mi vida, fue realmente una bendición, por ello, le bendigo con todo el poder de mi voluntad e intención, pues sé que ha sido llamado a inscribir y tallar su nombre en piedra entre los salesianos que han vivido desde este mundo la santidad de los hijos e hijas de Dios. Así es como yo lo puedo mirar ahora.
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Mi foto con el Padre Hugo "Pollo" Orozco SDB, el día de mi graduación de la Carrera de Filosofía, ISES, Cd. Mx, 2015 |
Cualquiera que sea la cuestión, si ceguera o presbicia en el propio espíritu, 一depende la problemática en caso de ser clara o definitiva y/o sin resolución一 que para la gran mayoría de nuestras familias no cobra gran importancia, sino hasta que nos viene una desgracia eventual en la vida, algo que duele mucho como la muerte y aniquilación de algo o alguien que hemos aprendido a amar, por encima de cosas comunes como la capacidad de capitalizar un empleo bien remunerado, hobbies de vanguardia y modismo; hábitos 一algunos más bien vicios como las apuestas compulsivas y fanáticas一 de entretenimiento, ludología, o tecnología actual, prestigios de pertenecer a escuelas renombradas y bien capitalizadas -privadas mayormente- y otras aficiones totalmente contrarias a la fe para poder ver lo invisible y agradecer a Dios, pero me pregunto si ¿Cabe Dios en un mundo en el que un servidor público usa su autoridad y libertad para perjudicar al prójimo anteponiendo sus intereses particulares y permitiéndose corromper sus responsabilidades por ceder ante la avaricia, el poder y el control 一 o sumisión 一 de los demás, de los que no saben, no pueden o no tienen? ¿Acaso Dios en toda su omnipotencia y grandeza cobra un salario mísero de menos de quinientos pesos a la semana, o gana monedas por bolear los zapatos y limpiar vidrios de automóviles en las aceras de las avenidas más concurridas que están llenas de fatal contaminación visual, auditiva y ambiental? Cabe Dios donde hay una persona, comprometida con decidir hacer el bien por propia convicción, firme a sus principios de bien; que vive agradecida y generosa desde el interior. Esta fue la enseñanza más fuerte de aquel año 2009-2010 en Ciudad Juárez para mí.
No podemos ver lo invisible ni transformar la mirada, porque primero debemos decidir con firmeza el aprender a mirar con gratitud nuestro mundo interior y exterior, sea el contexto que sea. Todos los beneficios que nos vienen de fuera, por lo regular, también son un reflejo de nuestras luces interiores.
Como nos lo enseñó el apóstol de los gentiles, San Pablo:
"Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús"
(1 Tesalonicenses 5:18).
Bibliografía General:
VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA FRANCISCO A MÉXICO (12-18 DE FEBRERO DE 2016), VISITA AL CENTRO DE READAPTACIÓN SOCIAL (CERESO 3) DE CIUDAD JUÁREZ, Miércoles 17 de febrero de 2016, Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana, Roma. (Consultado 13 de febrero del 2025) https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2016/february/documents/papa-francesco_20160217_messico-detenuti.html
Stella, P. (2007). Don Bosco: Historia y Espíritu. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos (BAC).
Cfr. Plan Estratégico de Juárez, A.C., (2023). Informe Así Estamos Juárez 2023. Ciudad Juárez, México: Plan Estratégico de Juárez, A.C. {Consultado 13/02/2025} https://asiestamosjuarez.org/wp-content/uploads/2023/05/Informe-AEJ2023.pdf
- Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate (Papa Francisco, 2018). Roma, Ciudad de El Vaticano.