Ensayo crítico sobre historia de la educación en México:“Cómo piensa el mexicano la historia de y su educación en la realidad”
Por: Sergio Domínguez C.
Actualmente, cada una de
las personas inicia el día construyendo desde sus posibilidades el propio
presente, con miras hacia el futuro, albergando un pasado y obteniendo como
resultado la aceptación de su ser-ahí dentro de un contexto y espacio
determinados. Las situaciones son variadas y los paradigmas en que se
desarrolla la propia historia y la de los demás cada vez son más exigentes. A
través de la cotidianeidad de los días surgen las preocupaciones, naturales al
ser humano en su estructura arquetípica de ser humano. Pensar es la actividad
inmanente a sí mismo, y es el pensamiento lo que le distingue -por su capacidad
de intelegir y poner finalidades a las cosas- de entre los animales
del mundo en el que vive. La realidad que puede vivir cada ser humano conlleva
directamente pues, el acto supremo del pensamiento. Pero no es un pensamiento
cualquiera, sino un pensamiento ordenado y determinado a hacer de sí, un ser de
relaciones.
A través de su historia, México se caracteriza por ser un
país de ubicación geográfica excepcional lleno de ecosistemas y ambientes
propicios para la vida en general, en el cual han pasado millones y millones de
seres humanos, que han experimentado la vida en sí misma, convirtiéndose en
entes-agentes de dinamismo y actividad, de una existencia de constantes
operaciones que “algo” legaron para las generaciones futuras. Hablando de
historia necesariamente nos remitimos a entrar en contacto con nosotros seres humanos.
Antropológicamente, el hombre ha sido constituido como un
ser ligado al orden en su estructura biológica-corporal y también este orden
dentro de su capacidad racional de la realidad que le afecta mediante el
proceso del entendimiento y apropiación de conocimientos operables en dicha
afectación –decía en el párrafo anterior- , es en la historia donde encontramos
que el ser humano se caracteriza por un ente que ordena sus pensamientos para
encaminarlos hacia la relación con sus semejantes. Es aquí de donde surgen
diversas manifestaciones de relaciones con fines ordenados a dicho razonamiento,
uno de ellos particularmente la educación de la persona humana.
Al hacer un recorrido por
las distintas épocas de la educación en México (recurriendo objetivamente a las
fechas datables de acontecimientos y características particulares) nos damos
cuenta de que el proceso de la educación en México tiene en su raíz la
finalidad de una formación integral que prepare al individuo a insertarse de
manera activa y sólida en el mundo de las relaciones humanas propias del
tiempo, desde su autenticidad y capacidades personales, para ser portador,
generador de la educación para sí y para otros. Con franqueza, también hay que
mencionar que los fines, los métodos y los intereses en este basto campo no
siempre han sido leales en cuanto a su operatividad práctica en la realidad por
diversos factores, como pueden ser, intereses que no involucran a la persona
como tal, sino como un medio de producción o de recepción, fines puramente materialistas,
fines mezquinos de ideologías fatalistas o totalitaristas, etc. Ante dicho escenario, el
mexicano se pregunta cómo hay que pensar la realidad de la educación que vive
personal y comunitariamente, pues es inexorable su condición de ser que busca
su realización, supervivencia y trascendencia.
Mirando el pasado
encontramos una clave para leer y actuar en el presente. Y es que el pasado,
nos aporta lecciones de hombres que han actuado en el campo de la
educación y por ende han tenido
repercusiones –algunas buenas, otras deplorables- de las cuales, vale la pena
recuperar para aplicar o no en la realidad presente.
Los
retos que presenta el acto educativo en nuestro país son variados, tales como “la
liberación de la enseñanza pública de fanatismos privatizadores de los
gobernantes que actúan en función de coyunturas políticas y maniobras de
control electoral”[1],
la destinación completa de los fondos económicos destinados a diversos
proyectos educativos (zonas rurales, urbanas), el mejoramiento dentro de la
capacitación de sus maestros, en cuanto a preparación intelectual como también en
la parte axiológica constitutiva de la ética profesional requerida por aquel
docente que asume dicha labor con responsabilidad y entrega; la
creciente necesidad de espacios dignos y adecuados en comunidades indígenas
(que además utilizan una lengua distinta a la española, ello implica enseñar la
nueva e integrar a un contexto actual la utilidad en la cultura circundante).
Por otro lado, el sistema educativo de nuestro país se encuentra ante el reto
de cómo pensar combatir adecuada, realista e inteligentemente el creciente
aumento de diversas problemáticas que presentan las familias, sea por la
situación económica precaria que viven, ya por los espacios habitacionales
amenazados o casi contaminados de vicios y peligros constantes contra la
integridad de la moral de sus individuos. Es cuando principalmente en colonias populares vemos con impotencia y
asombro como el trabajo realizado por buenos maestros en una semana, queda
literalmente “ofuscado” dada la amenazante realidad en que los alumnos se
hallan inmersos en la cotidianeidad de sus días.
De cara a la realidad
educativa actual, el pensamiento de quien se encuentra en la compleja tarea del
educación consistirá nuevamente en el elemento de la síntesis y conciliación entre pasado y
presente; entre la valoración y reactualización de sus dimensiones
intelectuales, humanas, competitivas en pos de la respuesta personal, y contundetemente desde
la “propia trinchera” que es donde verdaderamente surgirán las fuentes de los
grandes cambios. Tarea personal y principal, será pensar qué tanto estoy
preparándome para una vocación como la docencia o cualquier intervención que
tenga que ver con los procesos educativos.
¿Cuál será mi aporte a este país?
[1] Cfr. Ernesto Ortíz Cruz, “La educación pública en México y el
abandono del estado a la misma”, ponencia del XXXI congreso general ordinario
STUNAM, México, 2012.
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